Se produjo la dicotomía de siempre, polarizada, también como de costumbre, en los dos establecimientos públicos más significativos, el casino de los señores y el café Varsovia, si bien mi abuelo Ulises siempre prevenía contra la tentación de generalizar. Entre casinitas y varsovianos fluctuaba la tertulia de Guillem de Segarra, irónica, escéptica, arisca, y una franja magmática de dimensiones inciertas, habitualmente fácil de manipular, pero imprevisible a veces.
Memoria estremecida, 224
© 2009-2021 Espais literaris de Jesús Moncada · Disseny de Quadratí