Me alargó tabaco y papel y me senté junto a él. Entonces reparé en un bulto enorme que había tras la puerta.
—¿Qué es eso?
—¡Uno que nos hará compañía en este viaje!
—¿Qué quieres decir?
—Lo trajeron ayer, a última hora —explicó Segarra—. Es un Santo Cristo de un pueblo de por abajo. Se ve que al sacarlo en procesión por Cuaresma lo desportillaron contra la puerta de la iglesia. ¡Seguramente iban todos borrachos! Lo enviaron a Lérida para arreglarlo. Ahora de Lérida lo han traído aquí y nos lo han endosado para que lo dejemos en Mora. Allí lo irán a recoger.
Riada, en Historias de la mano izquierda, 50
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