La Mequinenza que vivió aquel trance ya no existe. La construcción de un pantano en el Ebro la borró del mapa en 1975. Desde entonces, los mequinenzanos viven en una población nueva, muy cerca del lugar que ocupaba la antigua. Así que, cuando alguno habla del «pueblo viejo» se refiere al desaparecido, convertido ahora en un frágil laberinto de ceniza que el viento araña y se nos lleva, brizna a brizna, de la memoria.
Memoria estremecida, 8-9
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