Sí, me acuerdo. Me acuerdo del montón de gente extraña que de repente llegó, como una riada, al pueblo, y casi dobló el número de habitantes de Mequinenza, que eran algo más de cuatro mil; me acuerdo de las orillas del Ebro repletas de máquinas brillantes y ruidosas, de camiones enormes que iban y venían, de técnicos relucientes y suficientes que daban órdenes; me acuerdo de una Mequinenza abotargada por una prosperidad enfermiza y efímera, debida a la afluencia de gente y que había de reventar como una burbuja el día en que fuese acabada la gran construcción. […] Yo, como el viejo Palau, soy mequinenzano, y me acuerdo de todo: de lo que digo y de lo que callo y que quizás no pueda decir jamás.
Traducció inèdita de Chusé Raúl Usón
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