Se acercaba a la plaza de Armas, atravesada hacía un rato por la pareja de guardias civiles y Honorat del Rom. La casona de los Torres era lo único que quedaba en la gran plaza de Armas, centro en otro tiempo de la vida de la villa. Por más vueltas que le daba, el viejo Nelson no lo entendía.
Camino de sirga, 296
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