Hasta entonces, todos los entierros iban de la casa del difunto a la plaza de la Iglesia, situada en el centro del pueblo. Allí cantaban responsos; después, la comitiva, con el cura delante, tomaba la calle Mayor y pasaba por la plaza del Ayuntamiento para ir a buscar la carretera junto al Segre. Ahora, puesto que no había que llevar el difunto a la iglesia, los familiares decidieron salir directamente al camino que bordeaba el pueblo por la parte alta, que era el trayecto más corto desde la casa del viejo Tapioles al cementerio.
Traducción del latín, en Historias de la mano izquierda, 64-65
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